Así afecta el horario de verano a nuestro cuerpo

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La madrugada del pasado domingo trajo consigo el horario de verano y aunque son muchas las posturas críticas al respecto y las dudas en cuanto al ahorro energético, este cambio de uso trae consigo perjuicios para nuestro organismo

El humano es un ser de costumbres. Sus rutinas se agarran desesperadamente a una zona de confort de la que muchos reniegan pero de la que pocos se atreven a salir. Incluso los científicos han hablado al respecto, señalando los beneficios de mantener una rutina en ámbitos como la alimentación o el sueño.

El cambio horario es un evento que cada año trastoca nuestro comportamiento y nos mantiene durante días en un estado de ocaso emocional. Que sean las ocho de la tarde y no haya anochecido nos obliga a cambiar de planes, a adaptar nuestro horario a una nueva rutina. Esto nos emociona y asusta a partes iguales.

Si bien hay dudas en cuanto a la efectividad del cambio horario como método de ahorro energético y la Unión Europea se ha planteado su abolición, lo cierto es que el ser humano sufre cambio en su ritmo circadiano, es decir en su reloj biólogico, que se ve mucho más alterado, incluso, que durante la abstemia otoñal.

La primera consecuencia de este cambio es que tenemos mucho más sueño. La hora que el cambio horario nos ha robado se nota y esto, a su vez, trae consigo una serie de consecuencias que tienen como base nuestro mundo onírico. Y es que durante los días posteriores al cambio horario dormimos menos y peor, lo que aumenta nuestro mal humor y la posibilidad de sufrir accidentes en nuestro trabajo o en el coche. Asimismo, un estudio publicado en  The New England Journal Medicine señala que el número de ataques cardíacos aumenta un 5% tras el cambio al horario de verano y un estudio estadounidense afirma que las notas de los estudiantes de secundaria se ven resentidas tras adelantar una hora en nuestro reloj.

La luz es la solución

La solución a los problemas provocados por el cambio horario está en la luz. Según un proyecto científico llevado a cabo por la Universidad de Colorado, la mejor forma de reajustar nuestro reloj biológico es pasar un fin de semana en la naturaleza. La clave, por tanto, está en darle a nuestro organismo la cantidad de luz que pide para cada momento. Así, por la mañana es bueno tomar algo de luz solar para despertarnos y durante la noche , asegurarnos de irnos a dormir en un ambiente oscuro.

 

 

 

 

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