En los últimos años la nutrición ha adquirido un papel protagonista. A las noticias y estudios referentes a los beneficios para la salud de determinados alimentos se suman otras que prometen resultados milagrosas y otras tantas que dicen ser respetuosas con el medio ambiente.
Las dietas se han convertido en moda. Muchas de ellas, escondidas entre los estudios de los científicos y nutricionistas se han alzado como alimentación saludable y han alcanzado altas cotas de éxito, sin embargo, otras han nacido de la propia moda. Es el caso de la paleodieta, un tipo de alimentación que ha dejado de lado la evidencia científica mezclando la nostalgia de lo ancestral con las nuevas formas de vida.
Sin embargo, estas recomendaciones no llevan a ningún lado ni tienen fundamento médico. Esta dieta se basa en consumir huevos, frutos secos, raíces, hortalizas y frutas frescas pero también carne roja o “de caza”. Llegados a este punto es importante recordar que la Organización Mundial de la Salud recordó en 2015 que “las dietas ricas en carnes rojas podrían ser responsables de 50.000 muertes por cáncer al año en todo el mundo”.
La dieta paleolítica también aconseja excluir lácteos, legumbres y cereales. La investigación demostró por otro lado que un mayor consumo de cereales integrales se relacionan con un menor riesgo de mortalidad. Lo mismo ocurre en el caso de las legumbresM su consumo permite prevenir la obesidad y se ha relacionado con un menor riesgo de padecer cáncer colorrectal y enfermedad isquémica del corazón.
Todo esto unido a la evolución del cuerpo humano y sus necesidades y la imposibilidad de poder volver a adquirir costumbres alimentarias de hace millones de años, tiran por tierra todos los beneficios de esta dieta prehistórica nacida de la moda foodie.